Tras la clase de Laura Torrado nos dimos cuenta del carácter, actitud y estatus que se le ha dado a la mujer en la historia de su desnudo. Muy pocas fueron las excepciones en las que la mujer representaba cualidades que fuesen más allá de la sumisión, la belleza o en ocasiones la maldad. En estos siglos pasados pocas fueron las obras de mujeres artistas (Sofonisba Anguissola y Artemisia Gentileschi son excepciones) que salieron a la luz, pero sin duda su visión de la mujer difiere bastante de la femenina.
En el siglo XX poco a poco la mujer fue luchando por sus derechos y algunas artistas se unieron a la causa. Fue entonces cuando en las imágenes de estas artistas, la mujer exhibía con orgullo sus atributos sexuales, aparecía en actitudes más fuertes o violentas (más activas) o en roles hasta entonces típicamente masculinos. La delicadeza de los desnudos femeninos de antaño fue desapareciendo para mostrarnos a una mujer más fuerte. A mi parecer más agresiva y renegando un poco de la delicadeza (nada, por cierto, de lo que avergonzarse). Se ganó en fuerza pero creo que se perdió en belleza, en belleza no de la mujer (que también aunque no importe) sino de la propia imagen.
El ejercicio que se nos encomendó fue realizar una imagen subversiva sobre alguno de los temas que nos proponían. Yo he intentado seguir con el tema de la mujer, centrándome en su fuerza. Diría que siempre ha sido como el cimiento de la casa que se ve (el hombre) pero que sin su soporte se cae. Es triste que hayamos estado en la sombra pero no es necesario representarnos ahora desligadas del varón al que hemos dado a luz y que aunque esté bien crecido intenta volver a nosotras de una manera u otra (incluyendo al misógino).
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