Rafael Lozano-Hemmer.
Artista mexicano (Ciudad de México, 1967) que gracias a sus conocimientos en electrónica (es licenciado en Físicas por la Universidad Concordia de Montreal, Canadá) la emplea a su antojo en la realización, principalmente, de toda clase de instalaciones.
La temática de sus obras está siempre relacionada con la tecnología, la vigilancia mecanizada, la biomecánica y, como se ha dicho anteriormente, todo lo que se aproxime a la electrónica. A esto hay que añadirle la importancia de la interactividad de las instalaciones, rozando muchas veces la performance.
Lozano-Hemmer ha realizado numerosas exposiciones. La exposición individual más reciente, “Pulse Show”, se muestra actualmente en el Beall Center (Universidad de California). Exposiciones colectivas destacaré “Abrir end” en la Expo 2010 de Shanghái (China), y en 2008 “Máquinas y Almas-Máquinas y Almas” en el Museo Nacional Reina Sofía, Madrid (España).
La lista de premios y becas que ha conseguido es larguísima, algunos ejemplos son: Mención de Honor en Ars Electrónica (1995) Linz, Austria; Premio a la Excelencia en el Media Arts Festival 2000 de Tokio, Japón; Beca Rockefeller-Ford, Nueva York 2003, Premio Mundial de Tecnología de Red de las Artes, San Francisco 2003; etc.
La mayoría de sus proyectos están explicados y expuestos en su página web www.lozano-hemmer.com . Algunos de ellos son: “Pulso de caracol” 2008, “Reacción Difusión” 2009, “Enredo” (Subsculpture 6) 2005; o por último, “Pulso de tanque” 2008. Este último requiere, como la mayoría de sus trabajos, de la participación activa del público quien tendrá que introducir sus dedos en unos cilindros colocados al lado de unas cisternas; el ritmo cardiaco del participante es detectado por una serie de sensores y posteriormente transformado en ondas de agua.
En resumen y repitiéndome; electrónica, luz y sombras, lo virtual y lo real, la animatrónica, y otra serie de elementos artificiales y mecánicos hacen de la obra de Hemmer una especie de mundo futurista cercano a la ciencia-ficción, y en ocasiones a las pesadillas, que podría ser considerado una modernización del ilusionismo.